María recuerda con cariño las tardes de verano en casa de sus abuelos. Su abuelo, marinero de toda la vida, improvisaba tendederos en la azotea, cargaditos de volaores, agujas, lomos de atún o de cualquier pescado que caía en sus manos. Los ponía a secar, mecidos entre levante y poniente, y una vez “bien curaos”, María los podía devorar. ¡Qué delicia! ¡Qué recuerdos! . La mojama era de sus preferidos, le encantaba que su abuela friera algunas almendras para acompañarla, una combinación perfecta.
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