El mes de mayo marca el comienzo de la temporada en el calendario del almadrabero.
Es curioso como influye el viento en la migraciones anuales y posteriormente, en la pesca del atún rojo en el arte tradicional de la almadraba.
La pesca del atún rojo salvaje cuenta con una tradición milenaria en las costas gaditanas.
Los atunes recorren miles y miles de kilómetros de las frías aguas atlánticas a nuestras cálidas costas del mediterráneo para desovar.
Tiene su origen en la época fenicia. Civilizaciones posteriores, como la romana, árabe y cristiana tomaron esta tradición como explotación económica, sobre todo con gran afluencia en las costas gaditanas. De la época romana, aun quedan vestigios de este legado, como es la ciudad o conjunto arqueológico de Baelo Claudia, en Bolonia, Cádiz.

El atún rojo pasa el invierno en aguas del Atlántico Norte. Es su época de alimentación y crecimiento, cuando llega el mes de marzo, emprenden el viaje migratorio aprovechando las fuertes corrientes marinas del Estrecho de Gibraltar hasta bien adentrado el mediterráneo.
Según un estudio publicado en la revista Animal Biodiversity and Conservation, los fuertes vientos de componente oeste, que se produce en las fase positivas del índice climático (oscilación ártica) o de la NAO (Oscilación del Atlántico norte) favorece el viaje de los atunes que llegan desde el Atlántico hasta el Mediterráneo y se reducen así los costes energéticos de la migración. Hay una relación directa entre la prevalencia de los vientos y el aumento de la condición física de los atunes que son capturados.
El atún rojo busca para reproducirse corrientes de temperaturas cálidas. Se da entre los meses de Mayo y Agosto cuando la temperatura del mar ronda entre los 21ºC a 26ºC.
Las antiguas civilizaciones se dieron cuenta de este fenómeno, lo que dio lugar al desarrollo de técnicas de pesca como la almadraba. Además, llegada la fecha primaveral, también aparecen en estas costas otro animal muy vinculado a la pesca del atún, las orcas.

Las orcas aprovechan el paso de los túnidos para alimentarse, lo que hace que el atún para defenderse y huir se arrime más a la costa para escapar, lo que no sabe, es que es a unos kilómetros de la costa donde se dispone el laberinto de redes almadraberas.
Llega mayo y comienza la temporada de atunes. Los vientos fuertes que se dan en el Estrecho de Gibraltar, influyen enormemente a la hora de las levantá (levantamiento de redes)

Cuando el temporal de levante es fuerte, mantiene a los almadraberos en tierra, pero eso hace que se "limpien las aguas", lo cual es bueno porque "los atunes buscan siempre las aguas claras".
Es cuando cambia ligeramente al Sur, cuando se sabe que han llegado los atunes, por experiencia, por tradición. Para los almadraberos, viento del sur "es viento de atunes".
No obstante, el almadrabero sabe donde vive, y los vientos forman parte del proceso. Comienzan a calar pronto a sabiendas que puedan venir días de temporales que lo amarren a tierra.
Para los almadraberos, viento del sur "es viento de atunes".
El arte pesquero de la almadraba, presenta una serie de características únicas, que lo hacen un sistema sostenible y respetuoso
con la conservación de la especie. La disposición de las redes en vertical, el sistema de anclas fijo en el fondo, la posibilidad de elegir la captura en cuanto al tamaño, hacen de este arte milenario uno de los más preciados y respetados.